Selección y recolección de la materia prima

Todo comienza con la recolección de la planta en su momento óptimo, cuando la concentración de aceites volátiles es más alta. La cosecha se realiza con cuidado para evitar daños que puedan alterar su composición aromática. Una vez recolectada, la materia prima se limpia, se eliminan impurezas y, si es necesario, se ajusta la humedad para garantizar un rendimiento y calidad óptimos.

Métodos de extracción

El método más utilizado es la destilación al vapor. El material vegetal se coloca en un recipiente por el que circula vapor de agua a temperatura controlada. El calor libera los compuestos aromáticos, que viajan con el vapor hasta un condensador, donde se enfrían y separan en dos fases: el aceite esencial y el hidrolato o agua floral.
En el caso de frutos cítricos, como naranja o limón, se recurre al prensado en frío de la cáscara, sin aplicar calor, lo que preserva la frescura y los matices característicos de estos aceites, muy sensibles a la temperatura.

Filtrado y envasado

Tras la extracción, el aceite se filtra para eliminar restos vegetales y se envasa en condiciones que eviten su oxidación. La luz, el calor y el aire pueden degradarlo rápidamente, por lo que se utilizan envases oscuros y herméticos para mantener su pureza.

Un producto que conserva la esencia de la planta

El resultado es un aceite esencial que concentra el aroma, la potencia y las propiedades terapéuticas de la planta original. Desde el cultivo hasta el envasado, cada etapa requiere experiencia, precisión y un trato respetuoso de los recursos naturales para asegurar un producto de calidad.

Detrás de cada aceite esencial hay un recorrido que empieza en el campo y termina en un frasco cuidadosamente sellado. Cada paso, desde elegir el momento justo para recolectar hasta protegerlo de la luz y el calor, marca la diferencia. Así, lo que llega a nuestras manos no es solo un aroma, sino la auténtica esencia de la planta, lista para usarse en su forma más pura.